Verano en enero
Anochecer en Santiago de Chile, a finales de enero En Santiago de Chile me ha sorprendido el verano en pleno mes de enero. Se nota en el aire. Los árboles desprenden un olor a estío que te agita por dentro. Se nota en la gente, en el buen humor que acompaña al buen tiempo. Y se nota en la calle, que rebosa vida por los cuatro costados. La Avenida de Providencia transcurre paralela a un río no más ancho que el Manzanares, pero con una corriente que arrastraría a un camión. Baja de las montañas con fuerza, tanta que su color es marrón por la erosión. Junto al cauce del río, ahora bajo, pero que ha llegado a desbordarse, hay un parque lineal verde. Es el verano en toda su plenitud. Decenas y decenas de parejas acompañan al atardecer tumbadas en el césped entre arrumacos y besos de enamorados. El sol se va poniendo y el agua del río se torna gris, mientras su gruñido continuo se hace más fuerte, más penetrante. La languidez propia de la estación alarga el crepúsculo, y la melanco...