La vaca y yo

En buena compañía, en el pinar de La Barranca, mañana del 26 de agosto de 2014 La subida por el pinar de La Barranca , en Navacerrada, resultaba apaciblemente tranquila. Eran poco más de las diez de la mañana de este martes de agosto y apenas me crucé con un par de personas. Iba sumido en mis pensamientos, caóticos y desordenados, un poco revolucionados por vivencias recientes en la noche madrileña, cuando frené en seco mi subida. A unos diez metros de mí me observaba atentamente una vaca. Nos miramos con curiosidad. Ella y yo. Sin movernos. Sin hacer un solo gesto. La vaca empezó a mover la cola y yo avancé un paso hacia ella. El animal hizo lo mismo, y se acercó con paso lento. Las vacas no tienen prisa, su concepto del tiempo es muy diferente al nuestro, o al menos al mío. Para avanzar un par de metros se toma sus buenos tres o cuatro minutos. Mueve una pata con lentitud, como si llevara un peso a rastras, y la posa con suavidad en el camino, luego mueve otra con cautela, s...