Entradas

Mostrando entradas de septiembre, 2014

El final de las vacaciones

Imagen
"Quiero una sola cosa. (...) Quiero que te acuerdes de mí. Si tú me recuerdas, no me importará que el resto del mundo me olvide" Haruki Murakami , en "Kafka en la orilla" ........................... Las vacaciones se escapan, se escurren con velocidad entre mis dedos, con la misma rapidez de la arena del reloj cuando ya es escasa. Repaso los últimos 30 días y siento un nudo en el estómago, una nostalgia sobrevenida. Miro la última semana y noto un fuerte pellizco dentro de mí.  Atrás queda un mes que me deja huella, buena, muy buena. Y sobre todo quedan tres días que me sacudieron de arriba abajo y me dejaron una sonrisita que no se me quita ni dormido y que se hace más grande cuando las nuevas tecnologías acaban con 12.000 kilómetros de distancia como por arte de magia.  El final de las vacaciones me devuelve a la memoria algunas de las imágenes que han marcado este verano de 2014. Museo Reina Sofía, con la estación de Atocha al fondo. 13 de agosto de

De Madrid al cielo

Imagen
Vista de la Gran Vía de Madrid, 1 de septiembre de 2014 No hay nada como recorrer el centro de Madrid en el día más caluroso del año , con una temperatura asfixiante y una sensación de agobio aplastante en la calle. Pero allá que fuimos, desde el Retiro hasta la Playa Mayor, pasando por Huertas, y desde ahí media vuelta hacia Cibeles, atravesando Preciados, Callao, la Gran Vía y parte de Chueca.  El calor hace especialmente agradable la comida en Madrid, eso sí. Pasar de los 40 grados al fresco de un restaurante bien climatizado te reconcilia con este entorno hostil. Algo parecido ocurre con El Corte Inglés, tan confortable en verano que te invita a entrar y no salir hasta que anochece, aunque no hagas otra cosa que subir y bajar escaleras mecánicas. Subimos a la terraza del edificio de Callao , para ver las vistas de la ciudad desde el mismo cielo. Ahí abajo quedaba la Gran Vía hasta la Plaza de España, y algo más a la izquierda el panorama llegaba hasta la catedral de

Sonidos de la montaña

Imagen
La Barranca, 26 de agosto de 2014 A poco más de media hora de Madrid, hay otro mundo. Un martes de agosto subí al coche y me dirigí a la sierra de Navacerrada , en concreto a La Barranca. Fui relativamente pronto, a las nueve de la mañana, y ya estaban ahí los más madrugadores. La montaña te desconecta de la ciudad en pocos minutos y te hace ver, desde las alturas, con mucha distancia, escepticismo y tranquilidad, los problemas que se concentran allá abajo, en esa masa grisácea que se ve en el horizonte, con las cuatro torres como gendarmes. La subida por el pinar de la Barranca es tranquila, apenas me cruzo con algún ciclista y varios excursionistas de vacaciones como yo. Se nota el silencio, o mejor dicho, la ausencia de ruidos, porque a poco que se preste atención la montaña está repleta de sonidos propios, vivos y a veces muy fuertes. Al principio solo son las pisadas las que irrumpen en la paz de la sierra. Pasos constantes sobre el camino de piedra y arena, siempre haci