El paso del tiempo

Última tarde de marzo, 2018. Uceda
"Lo que necesitamos es un poco de eso que todos dicen rechazar y despreciar, aunque lo esperen y lo deseen: un golpe de suerte; que la teoría por la que nos decantamos resulte ser la adecuada, que la pista que decidamos seguir no nos aboque a un vacío inesperado"

Henning Mankell, en "Pisando los talones"
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Tarde de domingo, final de Semana Santa, últimas horas de vacaciones y solo en casa, sin más compañía que una música tirando a nostálgica. En definitiva, lo que se conoce como un cóctel molotov a punto de estallar. Por si fuera poco, me he puesto a revisar fotos para elegir media docena que sean dignas de ampliación. Y la mecha se ha encendido...

Cualquier gurú de autoayuda, de esos que llenan las redes sociales a todas horas, y nos invaden la vida con consejos que olvidamos al minuto siguiente, se frotaría las manos al verme hoy, aquí abatido, como carne de cañón para sus análisis certeros a golpe de tuit.

Me vienen estas reflexiones a la cabeza mientras me detengo en una sola foto. Tiene la friolera de casi 14 años. En aquel instante captado para siempre aparecemos los dos, muy sonrientes, mientras yo te abrazo por detrás y apoyo mi barbilla en tu hombro, y tú me agarras la mano derecha con fuerza a la altura de tu pecho. Es la viva imagen de la felicidad compartida. Nos queríamos.

Ahora observo la foto con curiosidad. Cuanto más la miro más me vienen a la cabeza recuerdos y sentimientos de una época en la que sí, fui feliz, muy feliz, lo reconozco. Pero que ya forma parte de mi pasado, de la historia de mi vida. 

El paso del tiempo no tiene vuelta atrás. Catorce años han pasado desde aquel momento de alegría plena plasmada en una imagen. Aquel capítulo se quedó allí, en ese tiempo ya muy remoto. Incluso la novela entera de aquella etapa de mi vida está ya archivada. Pero cuando la releo, cuando ojeo sus páginas y me detengo en algunos de sus fragmentos no puedo más que respirar hondo, porque hay sentimientos que siguen latentes en todas esas páginas escritas de mi vida. Y siempre parecen aprovechar mi momento de debilidad para volverme a atacar. Así que, con cuidado, vuelvo a cerrar mi novela del pasado y la coloco donde debe estar, en la librería de mi casa.

La noche ha ido cayendo sobre Madrid. Hoy ha sido domingo de Resurrección. 

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