Río desbordado

Crecida del río Jarama, a su paso por Uceda. 1 de abril de 2013

El modesto río Jarama se ha crecido estos días con un ímpetu no visto en muchos años. En la imagen de arriba se ven las huertas de Uceda y Patones anegadas por el río. En circunstancias normales, el agua puede cruzarse a pie de un lado a otro desde el camino que viene del pueblo, o a mula, como hacen, o hacían los lugareños. Te mojas las piernas en invierno, y los tobillos en verano, eso si hay suerte y no está seco por completo el río (mirad este enlace, es muy curioso: Río seco). De cuatro o cinco zancadas pasabas de la provincia de Guadalajara a la de Madrid. Ahora haría falta un puente.

Pero este mes de marzo, de forma inopinada, ha llovido sin parar. Dicen que ha sido el tercer mes del año más lluvioso en más de 60 años. El pantano del Atazar está aliviando su presión y el torrente corre despavorido entre las montañas hasta el Pontón de la Oliva, construido en 1851. El viejo dique contiene el agua y forma otro pantano con un paisaje espectacular, mientras suelta por un lateral miles y miles de litros de agua por segundo, que transforman el pequeño Lozoya en un gigante a punto de arrasar los puentes que atraviesa hasta terminar en el Jarama, que ya venía crecido.

El río está vivo. Corre con fuerza, con prisa, sin miramientos, desbordado en sus meandros, como atraído por una fuerza superior a la que quiere llegar cuanto antes. El Jarama corre hacia su hermano mayor, el Tajo, que atraviesa majestuoso media España hasta entrar en Portugal en su camino hacia Lisboa. Todos los ríos en España están ahora mismo así, desbordados, potentes, impacientes por verter el agua, finalmente, en el mar.


Pontón de la Oliva, aliviado por un lateral. 1 de abril de 2013




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