Señales de otra vida
Zanzíbar |
Paul Auster, en "El Palacio de la Luna"
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Dicen que el tiempo lo cura todo. ¿Hay mayor mentira? El paso de los meses, de los años va colocando las piezas en su sitio, poco a poco, y así, ordenando una a una, desvela el significado completo que tienen, o que tenían sin que tú fueras capaz de verlo en su momento. Cuando el tiempo pasa, miras el pasado con mayor serenidad, pero hay dolores que no se curan por muchos años que transcurran.
De pronto, un día tomas un libro, lo abres y relees esa dedicatoria que te conmueve y oprime como si un puño te hubiera agarrado con fuerza el estómago. Miras la fecha, de un año no tan lejano, y entonces te preguntas por qué. Por qué. Y cómo. Cómo llegaste a esta situación.
Es en ese momento cuando miras a tu alrededor y descubres que el vacío sigue sin llenarse, que ya nada volvió a ser igual, mientras decenas de recuerdos te rodean por todas partes, en cada rincón de la casa, y en cada recoveco de tu corazón, como señales de que hubo otro vida, no hace mucho, en la que el sol entraba por la ventana y te alcanzaba hasta lo más profundo de tu interior.
Señales de otra vida no tan lejana, que se mantiene intacta en otra dimensión. Por mucho tiempo que pase, por más que el viento de los años se empeñe en borrar las huellas de nuestro camino recorrido, esa otra vida estará siempre en mi interior. Siempre.
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