Noche de lluvia

Me quedaré con muchas ganas de verte
vacío y sin aliento estaré a punto de encontrarte
cuando se acabe el tiempo volveré
cuando no quede nadie
a ver si están los restos del que fui,
pero ese nunca vuelve.
Nunca vuelve.

Se nos cambia la mirada
cada vez que se nos rompe el alma.
(Estopa)

Noche oscura, triste, húmeda. Como tus ojos. Mirada sin luz, sin brillo, apagada.

Siempre con las manos en los bolsillos de la cazadora, caminas por la calle de luz anaranjada de Madrid, fría y solitaria. La lluvia te chorrea por el pelo y te resbala hacia los ojos, hasta mezclarse con esas lágrimas, tibias y reconfortantes, que te hacen compañía una noche más.

Es el momento del día en que paras, en que tu cerebro deja de trabajar y se frena en seco después de un ritmo frenético. Y es entonces cuando tu amiga más íntima, la soledad, se pone a tu lado y te sonríe desde su complicidad. La miras a los ojos y te ves reflejado en ellos, sin poder evitar volver a echar de menos lo que fue y un día dejó de ser. Aquello que te partió el alma y te cambió la mirada para siempre. Y te sientes, una noche más, vacío y sin aliento.

La lluvia te empapa el pelo, pero no bajas la mirada. Sigues mirando de frente, mientras chapoteas en los charcos de tu camino. El agua se cuela por el cuello de tu camisa, pero no dejas de avanzar, paso a paso, siempre hacia delante. tratando de no mirar atrás para no encontrarte con las ruinas del que fuiste.

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