Dinosaurio junto a la cama

Anochecer en la Plaza de España de Madrid, finales de febrero de 2013

Andar, andar, andar... Madrid es una ciudad para caminar, de día y de noche, hacia arriba y hacia abajo y vuelta a empezar. Siempre queda algo por descubrir, siempre hay una hora del día que ofrece un matiz diferente a ese rincón especial por el que has pasado un millón de veces. La ciudad cambia de cara a cada hora, es capaz de enamorar de mil maneras diferentes, una por cada minuto del día en cada calle y plaza del centro.

Camina, camina, camina... Carlos no deja de dar un paso detrás de otro. Mientras está en movimiento toda va bien, las cosas parecen ordenadas, todo bajo control. Acción, acción, acción. Atrás quedaron sus fantasmas y el rostro de esa persona que se quedó incrustado en su cabeza, y en su corazón, durante tanto, demasiado, tiempo, hasta paralizarle por completo. Pero venció.

Ahora todo está controlado. Carlos avanza, no deja de avanzar ni de caminar y disfruta de todo lo que ve, lo que le rodea. Arriba y abajo, cabeza levantada, decidido, firme. Un día y otro. Un paso y otro, sin mirar ni una vez atrás. Más, más, más. Sin pausa, sin descanso. 

Hasta que por fin se detiene. Al llegar a casa, toma aire, se da un respiro y cae rendido en la cama.

Los primeros ruidos de los coches más madrugadores le despiertan. Entonces lo ve y lo siente con toda intensidad. Sigue ahí, no se ha marchado. Su "dinosaurio" continúa ahí. Se levanta, se ducha y se echa a las calles de Madrid. Andar, andar, andar...

"Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí" 
(Augusto Monterroso)

Comentarios

Entradas populares de este blog

Así está el Pontón de la Oliva

Ouija en la casa abandonada (I)

Imágenes del río Jarama desbordado