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Mostrando entradas de febrero, 2013

Miradas

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Templo de Debod, atardecer del 25 de febrero de 2013 Hace un frío polar en Madrid. De vez en cuando se levanta un viento que corta la respiración y provoca un escalofrío. No es día para pasear por la ciudad, pero el Templo de Debod debe de tener un imán especial, una fuerza interna que te atrae y que se hace más intensa cuando empieza a ponerse el sol. Bajaba por Princesa hacia Plaza de España, pero mis pasos me llevaron a la derecha sin remedio posible, por Ventura Rodríguez y de ahí a uno de los lugares con más magia de Madrid. Cuando llego al Templo el sol se está poniendo en el horizonte, sobre la Casa de Campo. Los últimos rayos del día se reflejan en el agua del viejo monumento egipcio y decenas de fotos se disparan desde todos los ángulos. Me acerco al borde del parque, donde una terraza te pone lo mejor de Madrid a tus pies. Los ojos se van a esa línea roja donde el sol empieza a esconderse, y llena de matices el pulmón verde de Madrid, donde resalta por altura el Parqu

Noche de San Valentin

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Parque del Retiro, enero de 2013 Son poco más de las 12 de noche y Google ya bombardea con el Día de San Valentín. Uf... Abro el blog y en la pantalla aparece de la nada un corazón que de pronto se parte en dos. Entro en Twitter y caen las primeras felicitaciones por el día más cursi del año. Y para colmo, en la radio suena José Luis Perales... Cuando los elementos se unen en contra de uno, es inútil resistirse. Así que lo mejor es escribir unas líneas, mientras escucho aquello de "qué es morir de amor, morir de amor por dentro, es quedarme sin tu luz, es perderte en un momento". Y sigue el lamento: "Cómo puedo yo decirte que lo siento, que tu ausencia es mi dolor, que yo sin tu amor me muero..." Solo en casa, a media luz, televisión apagada y alguien canta sus penas por "no tener un nombre que decirle al viento". "Yo no sé muy bien lo que está pasando", dice el pobre. "No me quedan más que dos o tres recuerdos..." "Mori

España en el año 2000

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San Sebastián, 2004 En el fondo de un cajón ha aparecido un cuaderno de notas de la campaña electoral del PP en el año 2000, con José María Aznar como presidente del Gobierno y candidato a la reelección. Estuve en aquella caravana inolvidable y ahora, 13 años después, creo que tiene un enorme interés leer solo las dos primeras páginas que escribí en aquella especie de diario de campaña, para comprobar cómo ha cambiado España en este tiempo, y cómo, afortunadamente, hay pesadillas que ya han terminado, esperemos que para siempre. Reproduzco aquí las anotaciones de aquellos dos primeros días de caravana electoral: - Martes 22 de febrero de 2000 Arranca caravana electoral. 13 h. Aznar clausura en Madrid una jornada sobre el deporte español en el siglo XXI. Atribuye éxitos deportivos al progreso de la sociedad en los últimos años. 16h. 30 Volamos a Santiago. Cuando aterrizamos, mensaje en móvil de Marta: atentado en Vitoria. Se confirma. Explota coche-bomba y mueren Fernand

Travesía en el desierto

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Fuerteventura, agosto de 2004 El sol cae a plomo sobre ti. Miras hacia delante y solo ves arena, dunas y más arena, y al fondo una montaña desnuda, sin rastro de vida. En medio de este terreno inhóspito surgen dos matorrales, como para indicar que no todo ha terminado, que hay esperanza, y que incluso de la nada puede obrarse el milagro. Prefieres no mirar hacia atrás, porque allí, a lo lejos, cada vez a más distancia, está el mar, el océano, tu otra vida, tu casa, a la que ya no volverás. No vale volver la cabeza, nunca más. Solo puedes avanzar. Si te paras te hundirás en esa arena tan blanca como blanda, que te tragaría en pocos minutos, hasta no dejar ni rastro de ti. Así que solo te vale seguir dando pasos hacia delante, sin pausa, sin mirar atrás, sin saber dónde te llevará ese camino sin señales ni guías. Tu única referencia es aquella montaña pelada. Y hacia allá vas, en un camino que por momentos se hace insufrible, interminable, con una meta misteriosa y desconocida.

Voyage, voyage

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 Una vista de Uceda, en el año 2007 Estaba en mi casa este miércoles por la noche, tras un día de descanso y deporte, con la música puesta, y de forma aleatoria ha sonado "Voyage, voyage". En un instante he viajado hacia atrás en el tiempo, hasta aquel verano de 1990 en el que cumplí 19 años. Eran las fiestas del pueblo, me encontraba en el centro de la Plaza Mayor y el grupo de música contratado interpretó una canción que estaba de moda. "Voyage, Voyage..." Se me quedó grabada para siempre, y aun hoy, tanto tiempo después, cada vez que la escucho me viene a la cabeza ese momento ya inolvidable de mi vida. La memoria es así de caprichosa. Nos acordamos durante décadas de momentos aparentemente insustanciales, intrascendentes, frívolos y sin embargo olvidamos datos fundamentales, conversaciones cruciales, imágenes impactantes.  El caso es que sigo escuchando "Voyage, voyage eternellement", cierro los ojos y me veo en la Plaza Mayor de Uceda, s

Volver a Berlín

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Candados en un puente de Berlín, febrero de 2013 En Berlín hace un frío que pela y en cuanto anochece empieza a nevar. Desde el interior de uno de los muchísimos cafés que hay en la ciudad se crea un ambiente especialmente acogedor, a media luz, con una temperatura agradable, mientras fuera caen los copos en absoluta paz. Lo bueno de las ciudades europeas que sufren este frío helador es que saben tener lugares agradables donde recogerse y sentirse a salvo. El tiempo pasa despacio, sin ganas de salir afuera, mientras las cervezas van cayendo una detrás de otra, y entre medias tomas una de esas salchichas especialidad de la casa. En Berlín se está bien porque se ve el frío desde la barrera. Siempre tienes un café a mano para guarecerte, un rinconcito que parece diseñado para sentirte como en casa, en compañía de los tuyos. Pero también se disfruta del paseo helado por sus avenidas porque sabes que en cualquier momento puedes echarte a un lado y calentarte las manos.  El primer

Tan solo una mirada

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Parque del Retiro. Enero de 2013 Tan solo ha bastado una mirada para volver a pensar en ti.  Soy un tipo hecho roca. Duro y tranquilo. Centrado y volcado en el trabajo. Hace meses, años, que no sé nada de ti. Ni una llamada, ni un mensaje, ni un saludo. Nada. Tan solo una felicitación de mi parte que quedó en una respuesta correcta y poco más. Y no quiero más. Esa foto del Retiro, en pleno mes de invierno, sin visitantes, vacío, a la espera de una estación más cálida y mejor, siempre listo y expectante, con todo dispuesto para llenarse de vida en cualquier momento, es la imagen de esta etapa vital. Ni te busco ni me buscas. Aunque te veo todos los días en aquel rincón donde paras y no puedo evitar girar la cabeza hacia tu sitio cada vez que me levanto, ya no ocupas ningún lugar en mi pensamiento. No estás en primera fila, pero tampoco en segunda, ni en tercera. Sencillamente te expulsé de mi vida y observé que tu resistencia fue mínima. Mejor dicho, saliste de ella a buen p