Viento de Navidad

Madrid, Madrid. Diciembre de 2013
"Ningún viento es favorable para quien no sabe adónde va" (Séneca)

"Si no sabes adónde vas, cualquier camino sirve" (Lewis Carrol)

"Si no sabes adónde vas, ningún camino es bueno"

Primer día de vacaciones en Madrid. Día de los Inocentes. Quizás esté relacionado. Quizás es una broma del destino. Hoy ha amanecido un día claro, despejado, tras el paso de la ciclogenésis explosiva. Es curioso cómo cambiamos las expresiones, los términos. Lo que antes era una tormenta, o una borrasca, o mejor dicho un día de perros, ahora lo bautizamos científicamente. Ciclogénesis explosiva. En resumen, ha llovido a cántaros toda la noche, con un viento endiablado que ha recorrido la Península desde Galicia hasta Málaga en los últimos días. Ya lo dijo Zapatero, la Tierra no pertenece a nadie, solo al Viento. Olé tú.

El viento lo puede todo. Incluso ha conseguido lo que parecía imposible: bajar el precio de la energía: las estaciones eólicas (los molinos de viento) han trabajado a pleno rendimiento estos días y han multiplicado su producción. La mitad de la electricidad consumida en Navidad ha sido producida por la energía eólica. ¿Lo notaremos en el recibo? Rotundamente, no. Seguirá subiendo en el primer trimestre del año: un 2,3 por ciento de media. 

El viento es un enemigo invisible, poderoso. Unas veces se muestra amable y otras destructor, imbatible y no hay manera humana de parar su furia.

El viento de Navidad me ha traído recuerdos. Siempre los recuerdos. Y con ellos he estado lidiando esta primera mañana de vacaciones. Recuerdos de mi infancia, de las bromas que gastábamos a la abuela en este 28 de diciembre y que nos hacían reír a todos los nietos. De las Navidades eternas en Uceda, junto a la chimenea con charlas interminables. Recuerdos de las Nochebuenas en Sainz de Baranda, la familia al completo, felicidad absoluta. Recuerdos de la ilusión que nos llenaba por completo y nos impedía dormir ante la llegada del Niño Jesús primero (Papá Noel) y después los Reyes Magos. Recuerdos de esos años que siempre estarán dentro de mí, cuando me despertaba y mi pensamiento lo ocupaba otra persona desde el primer segundo. Vivíamos estos días juntos, inseparables, entre regalos, cenas, fiestas y brindis por un futuro compartido.

Recuerdos de mi padre. De su villancico preferido ("Oh gran abeto. Oh gran abeto, verde siempre estás..."), que cantaba con voz profunda cada año, a todo pulmón, con todas sus fuerzas. Incluso ya en aquella última Nochebuena, en el hospital, cuando fuimos a verle, cantamos todos juntos su villancico, en voz baja, para no molestar demasiado. Seguía sin perder la sonrisa. 

Este viento de Navidad me trajo todos los recuerdos de golpe en esta primera mañana de vacaciones. Y se los volvió a llevar. Es lo que tiene la ciclogénesis explosiva. Llega, arrasa por donde pasa y se va, dejando un paisaje de calma. Es la calma después de la tormenta. Una calma blanca, dolorida, desconfiada. La calma con la que afronto esta semana de vacaciones después de aguantar mi particular ciclogénesis explosiva.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Así está el Pontón de la Oliva

Ouija en la casa abandonada (I)

Imágenes del río Jarama desbordado