Un domingo en La Haya

La Haya, domingo 23 de marzo de 2014

"Las ruedas dentadas de la vida giraban con un ruido seco, metálico, siempre hacia delante, sin una posible vuelta atrás"

("Después del terremoto", Haruki Murakami)

Un domingo por la mañana aterricé en un lugar a casi 1.500 kilómetros de la Charcuela. Desde el cielo, poco antes de tomar tierra, se veían campos anegados, un país semisumergido en el océano, rebosante de agua, de un color verde explosivo, intenso, poderoso cuando refleja unos tímidos rayos de sol, que en seguida se pierden entre las nubes.

Holanda es una planicie que parece a punto de ser engullida por el mar. Aquí el transporte oficial es la bicicleta, sin ningún mérito por su parte, claro. Puedes hacer cien kilómetros sobre el sillín sin despeinarte, aunque puedas morir de aburrimiento. 

El aeropuerto de Amsterdam es una ciudad en sí misma. Desde ahí puedes tomar un tren hasta La Haya (Den Haag). En el vagón, de dos pisos, hay un silencio absoluto. Nadie habla, nadie hace un ruido, nadie parece respirar... A mí los trenes me llevan a la melancolía siempre. No lo puedo evitar. Me siento, miro por la ventanilla, observo la vida pasar tan rápida y me pongo a pensar... Qué peligro.

Lo que ocurre es que ahora mismo voy muy ligero de equipaje, y mis pensamientos son volátiles, superfluos e insustanciales. De vez en cuando, sí, miro el móvil por si llega ese mensaje que no, que no llega. Ni ha llegado ni llegará. Y en seguida siento el vacío de esos campos eternos que hay ahí fuera, extensos, infinitos, tristes y nostálgicos.

La Haya es una ciudad pequeña y acogedora, con un Palacio Real en miniatura, y unas plazas de juguete que te apetece tocar y oler. Todo parece nuevo, recién estrenado con todos los detalles intactos, como salidos esa misma mañana de fábrica. Siento el impulso de llamarte. Pero, ¿llamar a quién? Si no hay "te". Así que me dedico a hacer fotos que algún día "te" enseñaré. Quien quiera que sea "te".

En La Haya estuve unas horas. Sentí y olí la ciudad. La toqué. La estrené. Y anoté su nombre en la lista de destinos que me gustaría, algún día, compartir con"te"go. Algún día, sí. Algún día... 


La Haya, 23 de marzo de 2014


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