Perdido en una ciudad sin fin

Sao Paulo, abril de 2017

Sao Paulo tiene una población de más de 12 millones de habitantes, y su área metropolitana se acerca a los 22 millones, según el censo de 2010. Es la primera metrópoli de América, y el motor económico y financiero de Brasil. Son apenas dos pinceladas para hacernos una idea de lo que es esta descomunal ciudad, inabarcable para el recién llegado, que se siente más insignificante que nunca en medio del caos monumental de Sao Paulo.

Aterrizamos en el aeropuerto de Sao Paulo en un atardecer de finales de abril. El avión se deslizó hacia una pista que, desde el aire, parecía un oasis en medio de una jungla de edificios. Desde el aeropuerto nos introdujimos de lleno en esta megaciudad. Para hacernos una idea de sus dimensiones, basta este dato: tardamos una hora y media en llegar al hotel. Ojo, sin tráfico porque tuvimos la suerte de ir en caravana oficial, con la policía abriéndonos paso. 

Fueron noventa minutos de autopistas entrelazadas, grandes avenidas y calles retorcidas e inmersas en un caos circulatorio y urbano brutal, inhumano a los ojos del europeo recién llegado. Una hora y media que a mí se me pasó volando, la verdad, con pocas ganas de llegar al destino y muchas de seguir viendo esa increíble ciudad. 

El anochecer nos regaló una puesta de sol espectacular. El horizonte ardió, literalmente, detrás de centenares de edificios. Un cielo rojo, abrasador, tiñó el final de la tarde, en un crepúsculo con tintes apocalípticos. Nunca vi nada semejante. Jamás fui testigo de una puesta de sol como la de Sao Paulo, con un rojo sangre ardiente sobre la gigantesca ciudad.

Después de lo que me parecieron mil vueltas, llegamos al hotel y pensé que si tuviera que llegar por mis propios medios desde cualquier punto de la ciudad no alcanzaría mi destino nunca y mi vida se convertiría en una búsqueda imposible de mi hogar. Me veía caminando sin parar días, semanas, meses... ¡años! por aquella ciudad sin fin, sin alcanzar nunca el descanso soñado.

Y pensé que si alguna vez tuviera que buscarte en una ciudad así, sin saber exactamente dónde te encontrabas, el sentimiento no sería muy distinto al que tengo ahora, cuando te noto tan absolutamente lejos e inalcanzable, y cuando la sensación de pérdida se hace, cada día que pasa, más intensa y profunda.


Sao Paulo, abril de 2017

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