Conexión Montevideo

Montevideo, noviembre de 2014
"Lo contrario de vivir es no arriesgarse"

Fito & Fitipaldis, en "Entre la espada y la pared"
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Recién llegado de Australia, con un viaje de 25 horas a mis espaldas, y sobre todo a mis piernas, aunque fuera en los confortables aviones de Emirates, volví a hacer la maleta y volé a Uruguay, lugar donde no había estado en mi vida y que, lo reconozco, a duras penas sabía situar en el mapa de América del Sur hasta unos meses antes. Nos escandaliza que un norteamericano tenga dificultades para localizar a España dentro de Europa, pero ¿cuántos españoles podrían apuntar con precisión y sin dificultad dónde cae California, o países como Costa Rica, Colombia y Paraguay, por poner algunos ejemplos? 

Doce horas después de empezar el tormento en el avión de Iberia (su proceso de renovación aún no ha llegado a esta ruta), aterrizo en Montevideo, en una mañana soleada de primavera. El aeropuerto sorprende por su pulcritud, orden, diseño y modernidad. Una buena imagen nada más llegar a un país extraño, algo que otros no cuidan en absoluto. Es cierto que en este caso no necesito tomar un taxi que me lleve al hotel, lo que sin duda favorece siempre, en todas las partes del mundo donde uno llegue, que esa buena impresión no se estropee. En otro momento escribiré algo más sobre esto.

Alquilo un coche con GPS y pongo la dirección del hotel. El GPS digamos que es aproximado, y más o menos me lleva, una hora después y guiado finalmente por mi intuición, hasta el lugar señalado. Me da tiempo a echar un primer vistazo a la ciudad, animada, soleada, llena de vida y con tráfico bullicioso.

Mi primer contacto directo con Montevideo después de este recorrido en coche por sus calles es el Mercado del Puerto, el lugar perfecto para comer y empezar a conocer algo de la ciudad, su comida, sus costumbres, su Medio y Medio... Desde el punto de vista de un madrileño egocéntrico sería algo así como el Mercado de San Miguel de Madrid, pero más populoso, menos guiri, más de comidas a la leña, y menos de copas de cava y delicatessen. Recomendado cien por cien para empezar a probar la contundencia del asado uruguayo.

Desde el Mercado del Puerto llego a la Plaza Independencia, en el límite entre Ciudad Vieja y la zona del Centro. Allí destacan el Palacio Estévez, que albergó durante cien años (1880-1985) la Casa del Gobierno, y el Palacio Salvo, el más imponente y emblemático de la ciudad. La Puerta de la Ciudadela lleva directamente a la parte vieja, peatonal, repleta de comercios, bares, terrazas, ocio, paseantes... Y es allí donde como mi primer alfajor y mi primer conito de dulce de leche de Uruguay, que me hacen pensar que a esta gente le gustan realmente los placeres de la vida. 

El paseo por La Rambla de Montevideo es un curso avanzado de sociología. Todo converge en esos casi 30 kilómetros de "costa socializada", como lo llaman allá, uno de los recorridos costeros urbanos más largos del mundo. Puedes dedicar todo un día a pasear por el Malecón, y no te cansas. Cada paso, cada edificio, cada local tiene una historia que contar. La fauna humana no es menos interesante, porque todo confluye allí, en un espacio que cumple las funciones de las antiguas plazas del mercado europeas, donde todos coinciden, se ponen al día y pasan una buena tarde en compañía.

En la noche de Montevideo me veo entre risas, amigos, besos, fotos y una botella de Medio y Medio en la mano saludando a la cámara. En una palabra, feliz. Lo del Medio y Medio puede sonar a chino a más de uno en España, pero ha sido uno de los grandes descubrimientos en Uruguay. Es una bebida típica de aquí, nacida allá por el siglo XIX, que combina vino espumoso dulce y vino blanco seco en iguales cantidades, de ahí su nombre. En Montevideo es tradicional y se toma como aperitivo, para acompañar una bebida... o para ir de fiesta con amigos. Y es otro motivo más para querer volver a este pequeño país, lleno de encanto y de misterios por descubrir, pronto. Muy pronto.

(Quiero dar las gracias de forma especial a Dani por los días que pasé ahí, y también a Sebas, a Nia, a Noelia, a Mildre y a Nathalia... Gracias a todos. Sois lo mejor de Uruguay)

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