Escapada al norte (día 11)

Playa de Ballota

Amanezco en Barro.
Duermo en Barro (en la especie de zulo que me han dado como habitación).
Entre medias: Playa de Ballota y playa de Barro.
Kilometraje: 813 km.
Comida: Mal.
Cena: Coliflor gratinada y chuleta de sajonia, más yogur griego. Agua y vino blanco, bebible.
Momento del día: paseo por la playa de Barro al anochecer, después de la tormenta, con marea baja.
Lo mejor: la playa de Ballota, otra más para la lista de lugares favoritos.
Lo peor: las comidas.

El sonido del mar me embruja. Soy capaz de tirarme horas en la toalla observando la llegada permanente de las olas, sin una pausa. Así llevan durante siglos, milenios, desde siempre... Cuando estoy ante el mar me siento en paz y pienso (más) en mis padres, en las sensaciones de mi madre si tuviera ante sí ahora mismo este paisaje y lo compartiera conmigo y en la conexión de mi padre con "la mar". Fueron ellos los que me enseñaron a mirar al norte y a crear unos vínculos con el mar que no se han roto nunca y que son los que me empujan a acudir allí a todos horas, en cualquier momento del año. El mar es indomable, hay que respetarlo, y hay que quererlo y cuidarlo.

Playa de Ballota


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