Escapada al norte (día 16)

Puerto de Finisterre

Lunes, 8 de julio
Amanezco en Ferrol.
Duermo en Finisterre (Hotel rural Prado Da Viña, 40 euros, desayuno incluido. Se duerme bien, cama cómoda).
Entre medias: Carretera secundaria, más de dos horas. Playa de Langosteira, puerto de Finisterre y Faro.
Kilometraje: 1.418,8 km
Comida: manzanas y yogur.
Cena: Sopa de pescado y marisco, pescado a la parrilla y arroz con leche, más dos copas de ribeiro (12 euros).
Momento del día: Regreso al faro de Finisterre.
Lo mejor: la caminata hasta el Faro.
Lo peor: el wifi del hotel. Por la noche me quedo colgado.


El desayuno en el Parador es una gozada, las cosas como son. Recargo bien las pilas, llevo conmigo un par de manzanas y cojo carretera. Salgo de Ferrol con 18 grados. Por delante, más de dos horas de carreteras secundarias hasta llegar a Finisterre. Eludo las autopistas. Voy despacio, sin prisa. También se disfruta en los trayectos. Y descubro una gasolinera que es unos 10 céntimos más barata que la de Repsol.

Justo antes de llegar a Finisterre, hago parada en la playa Langosteira. El día está nublado, fresco. Y la playa parece un lago, como un plato, sin olas, tranquilo. Nadie se baña. A lo lejos se ve el pueblo. Y opto por dar otra caminante. Entre ir y venir me paso una hora caminando. La playa es bonita, pero demasiado tranquila. Me va más la movida de las olas, un mar más vivo. Aquí la ensenada ha domesticado al mar.

Nada más llegar al hotel, rural y bonito, me doy un baño en su piscina. A las cinco salgo para el puerto y el espigón. Merece la pena ese paseo. Y desde ahí me decido a ir a pie hasta el faro. Son unos tres kilómetros, por una senda que discurre paralela a la carretera, y junto al mar. Lo mejor del día, sin duda. Hace años, muchos años, estuve en el faro y en las rocas viendo la puesta de sol con mis hermanos. He vuelto. El peñasco sigue en su sitio, si. Y lo seguirá estando ¿para siempre?

De vuelta, ceno en el puerto. Rico, rico, sobre todo la sopa de marisco. Y antes de subir al hotel, vuelvo al espigón para bajar la cena y recrearme en un lugar que desde Madrid resulta difícil imaginar siquiera.

Atardecer desde el Faro de Finisterre



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